La Hora Santa rezada en la Iglesia, tiene la ventaja de la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento.
En tiempos de tanto ruido y cambios, en los que a veces -sino la mayoría-, se nos hace difícil rezar y escuchar a Dios, la Hora Santa, es un momento privilegiado para estar a solas con el Señor y escucharlo.
Recordemos a Jesús en el Huerto de los Olivos que pidió a sus discípulos que estuvieran despiertos con Él en oración y al volver los encontró dormidos y les dijo:
«¿Ustedes duermen? Levántense y oren para que no caigan en tentación.»
Ora con nosotros
“Estate allí, acallado el entendimiento, mira que te mira, acompáñale y habla y pide y regálate con Él. Pídele que aciertes a contentarle siempre, porque de Él te ha venido todo bien”
Sta. Teresa de Jesús